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SURCA LA NAVE EL MAR Y SURCA  EL AVE EL VIENTO

 

1. El Diccionario

El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española dice, en la segunda acepción de la palabra surcar, lo siguiente:

hacer en alguna cosa rayas parecidas a los surcos que se hacen en la tierra.

En la tercera acepción de esa palabra el diccionario dice que surcar es ir o caminar por un fluído rompiéndolo o cortándolo. Termina diciendo el diccionario:

surca la nave el mar y surca el ave el viento.

 (El mismo diccionario dice que arar es remover la tierra haciendo surcos en ella con el arado, o hacer con alguna cosa rayas parecidas a los surcos).

 

2. La Mano del Ojo

Repuesto del primer golpe, lentamente va el ojo organizando lo que ha tocado 

--todo es aquí desierto, piensa--  

y recorre formando con su mano 

--sí, claro, el ojo tiene mano-- horizontales paralelas y paralelas verticales. La mano del ojo se ha enredado allí. Avanza a duras penas. Se repone y desenreda. Ha organizado todo lo que ha rozado y  formado todo lo que ha tocado. Se retira. La mano del ojo se retira.

 

 3. La Deliberada Escasez Inicial:

Papel, una Espátula y Agua

Los trabajos de Magdalena Prado terminan de golpe con la diferencia entre soporte e inscripción: la lineatura es realizada por y en la carne viva o masa cruda del

soporte. Es esa carne, esa masa,  las que devienen  inscripción y soporte.

Ambos mueren uno en los brazos del otro.

No hay, entonces, en los trabajos de Magdalena Prado adherencia de una materia sobre otra  como en la cosmética o la pintura de caballete, ni acumulación alguna. Sólo la ciega coincidencia de Soporte e Inscripción.  Líneas que son incisiones, grietas, líneas en deberes escolares, largas filas, hileras y rayas  que dan a ver horizontal y verticalmente su hechura.

 

4. Invención

(Devastar, dice el diccionario, es destruir un territorio, arrasando sus edificios y asolando sus campos).

 

Este texto propone finalmente una invención.

Alguien, alguno y sin rostro, devasta la blancura de una enorme piedra de cuarzo y al mismo tiempo destruye  la redondez negra de un gigantesco disco de vinilo para triturarlos sin nunca mezclar sus polvaredas --infinitesimales escombros--  y sí mezclar ambos restos con agua y poner de pie un fondo que no tiene figura o una figura que no  tiene fondo; un espacio que se deja recorrer y que invita a transformar sus heridas en costras, sus costras en cicatrices y sus cicatrices en pieles vivas, latidos, humedad. 

 

                                                           

               Eugenio Dittborn,  Junio 2015

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